Ser “eco” es una filosofía de vida. Tener consciencia ambiental va más allá de no tirar basura en la calle o reciclar. Si no, tener presente al medio ambiente y la repercusión de nuestras acciones en su bienestar. En base a esto, pensaremos en accionar de la forma que genere menos impacto negativo en nuestro entorno consuma menos recursos naturales. Pero ¿cómo se logra esto? Les contaré una anécdota: un viaje común al supermercado.
Necesitas hacer la compra. Antes de salir, te aseguras de esta vez llevar contigo bolsas reusables, la pasada se habían olvidado. Vas camino al súper, con tu mascarilla reusable, a la que sólo le cambias el filtro que tiene dentro a cada lavada. En el camino piensas “debo comprar más vegetales y menos carne, así inicio el #LunesSinCarney quizás añada otro día más en la semana” para fin de disminuir tu huella ecológica.
Llegas al lugar, miras tu lista: “kétchup”, empiezas a escanear los productos en las repisas. No lo meditas mucho y tomas la marca que siempre utilizas, en envase plástico. Este detalle que había pasado desapercibido en tantos viajes. Sin embargo, tu nueva consciencia ecológica te ataca: ¿y si lo buscas un envase de vidrio? Sí, ese artículo sobre los beneficios de usar envases de vidrio que leíste por Instagram, de la página eco que dudabas “la sigo o no la sigo”, te ha servido de algo. Devuelves el Kétchup a su lugar para cambiarlo, entonces, como por arte de magia, en tu rango visual aparecen todos estos nuevos frascos en vidrio, y tomas uno de esos. ¿Qué curioso no? Es como cuando escuchas por primera vez una canción y de repente la oyes por todos lados.
Continúas completado tu lista. Inspeccionas los pasillos en búsqueda de tu jabón líquido preferido, entre las distintas variedades y tamaño sigues, con la rutina. Como ya tienes pendiente a los envases de vidrio, buscas esta alternativa a tu jabón, pero no lo encuentras. Te preguntas “¿Y cuál será la opción eco para esto?” Buscas y buscas, quisieras poder rellenar tu antiguo envase, pero ahí no prestan esos servicios… “Ya para la próxima lo compro a granel en esa tienda eco que escuché” te aseguras, no obstante, te encuentras en el supermercado y necesitas el producto. “¡Eureka! Una barra de jabón sólido” dices, ni siquiera tiene envase, un desecho menos.
Te das cuenta de que sí, la verdad todo tiene su alternativa, solo hay que pensar y buscarla.
Camino al área de pago, te topas con la sección de ropa, y definitivamente esos jeans han llamado tu atención. A pesar de ello, tu consciencia ecológica te recuerda “No te hace falta”, ya no eres consumista, no apoyas al fast fashion. Actualmente compras ropa de segunda mano en negocios sostenibles y sólo la necesaria. Pagas todo, depositas la compra en las bolsas reusables y te sientes satisfecho/a. De vuelta a casa y listo.
La mayoría nos podemos ver identificados/as en esta breve historia. Gracias a tu consciencia ambiental, tu percepción y pensar son distintos. Como nuevo hábito, previo a tomar una decisión, evalúas el posible impacto que tendrá. Además, iniciarás a preguntarte: ¿lo necesito? ¿de dónde viene el producto? ¿es producido localmente o es importado? ¿en qué material viene empacado? ¿le podré dar un largo uso? Después que lo utilice, ¿cómo lo desecho? ¿Se puede reusar, compostar o reciclar? Pasito a pasito, suave suavecito, te vas acercando poquito a poquito a alcanzar un estilo de vida más sostenible en armonía con el medio ambiente.
Gracias por leer,
Laura Rosario Sánchez @laura_laecologista